Los abogados adinerados y los mafiosos se parecen en algo: están llenos de artimañas para ganar, frenar o anular fallos judiciales, para declarar inocentes a los culpables y culpables a los inocentes.
Los mafiosos, con el dinero trafican influencias y con las balas silencian a quienes buscan frenar sus intenciones malévolas.
Y si se unen los unos y los otros, hacen de la política lo que decía un expresidente: que todo sea “legal”.
Desaparecer un millón de votos de un conteo y ante el desenmascaramiento hacerlo aparecer de nuevo, es la evidencia más malsana de lo que vale la política en Colombia: huevo.
Convertir en inocente a un ilustre mafioso de la política, hace de los abogados un verdadero “concierto para delinquir”.
El abogado sin pecado que tire la primera piedra.
Que nos espera a los colombianos ante la acción de esa mafia “legal” del empresariado, que tienen al 70% de la población sometido al hambre, al desempleo, a la enfermedad, a la desesperanza y a la peor inequidad: SOMOS EL SEGUNDO PAÍS MÁS INEQUITATIVO DE AMÉRICA Y EL TERCER PAÍS MÁS INEQUITATIVO DEL MUNDO. Traducción: la miseria de la población es asimétrica a la riqueza de los bandidos de cuello sucio.
Para colmos: una caricatura reflejaba la estupidez de nuestra gente apoyando a sus explotadores, renunciando a sus derechos y silenciándose frente a esa delincuencia de cuello sucio. Decía el general Ricaurte al general Bolívar: Mi general, la patria ya no es boba sino bruta.